Supongo que la primera luz que vi al nacer sería cegadora. Entraba en un mundo donde todo sería diferente de cómo había sido dentro del vientre materno. En este nuevo mundo conocería distintos olores, sabores, sonidos, colores, sensaciones... Un mundo en el que, nada más despertar, mi objetivo principal dependería en gran parte de un instinto: el de supervivencia...
Ahora sí, conforme pasara el tiempo, recorrería nuevas etapas en las que iría conociendo nuevas luces, como las que descubrí cuando dejé de ser un bebé para convertirme en niña.
Eran luces bonitas, suaves, vivas y características de una niña sana y feliz, alumbrando así un camino en el que desarrollaría nuevas habilidades y conocería cada vez más sentimientos, sensaciones y emociones, tales como:
• Esa mágica y fantástica imaginación
• El cariño
• La alegría
• La ilusión
• La amistad
Aunque, al mismo tiempo también tendría que conocer otras luces muy distintas, más bien parecían tratarse de las sombras de las anteriores. A pesar de ello por muy sombrías que parecieran, detrás de ellas siempre había algún tipo de aprendizaje. Algunas eran como estas:
• La tristeza
• Los miedos
• La timidez
• El dolor
• Las frustraciones
Poco a poco, seguía creciendo y conforme pasaba el tiempo, iba descubriendo más luces, aprendiendo de las sombras y pasando por nuevas etapas. Llegando sin darme cuenta a otra muy importante y a la vez difícil: LA ADOLESCENCIA.
En esta nueva etapa de adolescente, no todo era tan magnífico y fácil de llevar como en mi infancia... De hecho, fui conociendo sombras que hasta ese momento no había conocido. Sabía que existían y que tod@s debíamos conocerlas tarde o temprano, pero lo que no sabía, ni me podía imaginar, es que estas sombras se llegarían a transformar en grandes monstruos que pronto acabarían con todas mis luces.
Esto coincidió con otro cambio en mi vida. Un cambio de colegio, que parecía irrelevante pero, por lo que allí conocí, pudo ser en parte un detonante para ir perdiendo algo muy importante y a lo cual la mayor parte de personas apenas prestamos atención: LA AUTOESTIMA; gran aliada a la hora de luchar contra esas sombras que cada vez se hacían más grandes y oscuras. Fueron, entre otras:
• La crueldad por parte de much@s compañer@s
• Fuertes miedos
• Angustias diarias
• Incesantes pesadillas
• Burlas
• Marginaciones
• Envidias
En resumen, un gran sufrimiento mental para mí y sin ser consciente de ello, ni yo, ni ninguna persona cercana a mí, por muy bien que me conociera, llegando al punto de no poderme reconocer ni yo misma.
Continuará.
Sevein
Carregant, un moment, si us plau