El título está sacado de una obra de Proust, en la que explora su propio pasado, evocado por la memoria sensitiva y desordenada cuya única ley es la de la libre asociación de ideas. Es decir, aquel olor que te recuerda a tu hija de pequeña…
Pues igual que una magdalena disparaba los recuerdos de Proust, todo esto es lo que llevo percibiendo de una manera más acentuada desde que vivo en Tarragona: cuando paso por aquel cine que ya no existe en el que besé por primera vez a una chica, cuando paso por aquel lugar en el que me reunía con mis amigos a beber cervezas… hasta llegar a cerrar el círculo, ya que en febrero próximo daré una charla en el primer colegio en el que estudié en Tarragona. Todo eso me ha hecho venir a la mente unos recuerdos que creía que tenía olvidados y que han vuelto surgir de nuevo.
Pero también afloran otros recuerdos de aquella época, no tan buenos para mí, pesadillas sin fin: mi primer acoso escolar, que hasta que llegué aquí a Tarragona lo tenía como semi olvidado; mi primer trastorno grave, anorexia, que recordé viendo al chico que me llamó gordo en aquel momento, cosa que conllevó un proceso de no comer durante tres o cuatro meses. Recordé también el instituto en el que empecé a consumir y coquetear con el alcohol y las drogas.
Y sobre todo, me asaltan recuerdos en la cafetería donde trabajé, donde se disparó el consumo de drogas, y la facultad de Químicas donde conocí a la que fue mi pareja durante más de 20 años.
¿Por qué os explico todo esto? Porque los recuerdos siempre estuvieron, están y estarán, tanto los buenos como los malos. Lo que sucede con estos últimos es que tendemos a guardarlos en un cajón con llave y cerrojo, pero creo que nunca es efectivo, ya que solo están encerrados, y cualquier pequeña sensación del tipo que sea hace que afloren todavía con más potencia al haber estado reprimidos. Y hace que nos AUTOESTIGMATIZEMOS y nos machaquemos aún más.
Creo que, para intentar evitar que estos recuerdos negativos nos incapaciten, no hay que luchar contra ellos, una tarea imposible, sino que hay que aprender a convivir con ellos, a que pasen de ser una carga, una mochila que te impide avanzar, a ser un compañero de viaje, que te haga más fuerte psicológicamente. Pero todo esto no es fácil, a mí me ha costado muchos años llegar a este punto. Pero os digo una cosa: cuando, dentro de unos años, recuerde este momento por un olor, una imagen o una frase, para mí será algo muy bonito y positivo y espero que para vosotros sea lo mismo.
Las dos canciones que os recomiendo hoy son:
‘El sitio de mi recreo’ de Antonio Vega, una canción preciosa que me hace recordar malos momentos de mi vida.
‘Because the night’ de Patti Smith, una de mis canciones favoritas, con grandes recuerdos positivos.
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