La depresión es un trastorno mental frecuente, que se calcula que a nivel global afecta a 350 millones de personas, según la OMS. Hay pocos fenómenos tan extendidos y tan poco entendidos. La propia OMS estableció que, en 2017, para el Día Mundial de la Salud, se pusiera el foco en hablar sobre la depresión, de sus síntomas, de investigación y de todo lo que conlleva este trastorno.
Una de las consecuencias del desconocimiento y la falta de información sobre la depresión y sus síntomas es la discriminación y el estigma social que sufren las personas que pasan por este problema de salud mental. El miedo a ser juzgados, la vergüenza e incluso el sentimiento de culpa son comunes, y más cuando el entorno presiona. Peor que los síntomas es el estigma: cuando los otros a menudo no entienden qué pasa y quieren ayudar a la persona diciéndole que se anime, que se levante de la cama, que salga a tomar el aire, que si está así es porque quiere o que es una cuestión de actitud. Decir eso es como decir #NoTengasDepresión. Y duele. Hernán lo explica:
La creencia es que la depresión es una cuestión de actitud, que depende de lo que pongas de ti mismo para poder salirte o evitarla. Cuando peor te encuentras, tienes que escuchar a personas, incluso personas cercanas, que te quieren, que te repiten: “Sé positivo, tienes que poner más de tu parte, no seas tan pesimista, con esa actitud no te vas a recuperar”.En definitiva, lo que te están diciendo, aunque tengan buenas intenciones, es que hay algo de ti que molesta, y que la depresión es culpa tuya.Todas estas ideas, además de ser erróneas, tienen el agravante de hacerte sentir mal contigo mismo y con cómo te sientes.
Es difícil saber por qué pasa esto. No sucede lo mismo con otros problemas de salud, a nadie se le acusa de tener la culpa de tener fiebre o una diarrea. Una anécdota que recuerdo que puedo explicar sobre la culpabilización es, el primer día que yo fui a un centro de salud mental, atravesando un episodio de depresión mayor. En ese momento, me encuentro un cartel con consejo de autoayuda que decía “Sé positivo”. Claro, como si dependiera de uno mismo, ¿no?, no econtrarse mal. Es básicamente lo mismo que decir “No tengas depresión”. Y es un imperativo tan inútil, tan inservible, como decirle a alguien, como decirle a una persona que pasa un infarto: “Sigue latiendo”, o “No tengas alucinaciones” a una persona con un brote psicótico.
Yo reproducía todos estos prejuicios incluso cuando estaba viviendo una depresión. Antes de hacer una reflexión sobre lo que significan estas ideas y sus consecuencias, yo las reproducía. Yo siempre digo que la persona que más me discriminó fui yo mismo. Yo sabía lo que me sucedía, me daba cuenta de que estaba atravesando una depresión y que estaba empeorando, pero no iba a pedir ayuda por miedo a las consecuencias sociales, sobre todo a las consecuencias laborales, que pudiese comportar ser identificado, ser diagnosticado, estar medicado. Yo soy psicólogo, y me daba miedo llevar un diagnóstico por trastorno mental. Y acabé con ingreso después de un intento de suicidio.
Y fue al revés de lo que yo esperaba, porque yo tuve el apoyo de mis jefes para poder seguir adelante, ¿no?, y salir de ese proceso. En ese sentido, yo creo que hay una mezcla entre estas ideas machistas y capitalistas que están contra la vulnerabilidad. Que siempre tienes que poder gestionar el sufrimiento, siempre tienes que poder seguir adelante, tienes que hacerlo por ti mismo, pedir ayuda es cosa de débiles, etcétera.
¿Quieres que este estigma se termine? Hernán también, y nosotros. Por eso, trabajamos en campañas de difusión sobre la discriminación y desarrollamos proyectos para hablar de ello y revertir la situación en distintos ámbitos, como los medios de comunicación, la escuela, el mercado laboral o el sistema de atención sanitaria. Con tu ayuda, podremos seguir haciéndolo, y hacerlo con más y mejores recursos. ¿Nos das tu apoyo?
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